Ese día
conté tanto ovejo -salta que salta-
que al cabo,
el ruido de las patitas contra el alambrado
fue otra de las hebras del insomnio.
La maleta era un bulto mudo,
un infortunio.
Bolivia sin eme
-como el ventanal-
era el tercio
de ocho golpes de cuerda
sin estruendo.
La incomprensión de la frontera
conté tanto ovejo -salta que salta-
que al cabo,
el ruido de las patitas contra el alambrado
fue otra de las hebras del insomnio.
La maleta era un bulto mudo,
un infortunio.
Bolivia sin eme
-como el ventanal-
era el tercio
de ocho golpes de cuerda
sin estruendo.
La incomprensión de la frontera
y las salinas.
Ese día,
hubiera hecho perrera
del dinero que corre
para borrar lo estropeado;
Ese día,
hubiera hecho perrera
del dinero que corre
para borrar lo estropeado;
y quedarme en la tricota
de la cholita alegre,
de su rojo feria
y su fatiga.
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