Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino. (J.C)

martes, 23 de noviembre de 2010

Ventana

La ciudad es un toque de queda.
Vestigio de gentío, inoloro.
El asfalto raspa los ojos y hay un socotroco de hormigón en frente.
Idéntico a un juguete que mamá quiso hacer pasar como pinypon sin suerte.
Viejos que dominguean de lo lindo a la altura de los pies.

Un árbol, el que más miré en mi vida, está implotado de baldosas.
Me resisto a llamar a Catastro para lo dejen rapón,
y ya no más las hojas en la ventana.
ni refulgureo de gotas, ni auspicio de tiempo bueno.


La persiana se atrancó porque soy consciente de la casa en tu ausencia.

Pedazo de tierra antiguo, quién el primer ocupante que pone mojón de algarrobo?.
Yo lo veo calvo y malarriado.

El hombre sin carro no sabe su apellido.
Plantó el árbol para echarse a la sombra, entre encadenado y encadenado.

Del silbido del basurero no supo, del cerámico cárcel. Del desperdicio a la rama, de los viejos domingueros.

Mi sombra dijo, y lo bien que hizo.

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